IMG_3884

Cabizbajo en el banquito de alguna plaza

Jesús

Caminando por las calles del gran Puente Alto, a no mucha distancia del límite con La Florida, damos con una plaza (ubicada en calle Los Toros), con un hombre ad portas de cumplir la edad de jubilar… al presentarse no deja de sorprendernos con su nombre: Jesús.
Apenas se ha presentado, este hombre de lento hablar replica lamentándose: “pero me gusta el trago”, como si no mereciera dicho nombre frente a tal condicionante; un alcoholismo que su cuerpo y actitudes inspiran desde un comienzo, compenetrados con su cachazudo talante y cabizbaja disposición corporal.

IMG_3884

La vida pasa, y retozando en una plaza se aprecia mejor

Nos cuenta que vive con su ex-mujer y un par de sus hijos de veintitantos años, aunque confiesa que no está mucho en el hogar: “Salgo a andar todo el día, porque me aburro en la casa, no llevamos buena combinación con la señora, con ella nos llevamos mal (…) pero qué le vamos a hacer”. Luego nos comenta sobre el tiempo que lleva viviendo allí: “Como 35 años llevo acá. Fundamos la villa”, aunque al consultarle qué nombre tiene ésta, tan sólo un silencio dubitativo parece ser la respuesta. Lo interesante y curioso resulta en la anecdótica forma en que don Jesús llegó a vivir a la población: “Sabe que yo una vez jugué un juego de lotería, me la saqué la hueá po’ (…) ahí salió la casa”, comenta con una sonrisa picaresca.
Así, quien otrora se ganara la vida como zapatero, hoy más bien dedica su tiempo de trabajo como ayudante de un vendedor en las ferias de la población, las que se pueden visitar los días martes, miércoles, jueves y sábado de cada semana en distintas locaciones del sector. Y más allá de que la pega no ha estado en su mejor momento, ello no quita el inmenso cariño y respeto que le tiene al colorido espacio en que desempeña su trabajo: “La feria es lo mejor que hay para la población po’ hijo; barato, y compran lo que deben nomás, nada más… no es caro, es más barato que el supermercado”, reflexiona desde un sencillo, y al mismo tiempo incuestionable, sentido común.
Empero, don Jesús no puede dejar de comparar su actual espacio laboral con lo que fuera su época de oro trabajando en la fábrica Calzados Gino, ubicada en Av. Santa Rosa, en donde se desempeñó por más de 20 años. En sus palabras enfatiza que era “una fábrica llena de hueás, güena, güena, güena ahí teníamos casino, teníamos una farmacia, con doctores, puta, güena…”. Aunque con el pasar del tiempo la salida de nuestro entrevistado sería inevitable frente al cierre general de la fábrica: “Llegó mucha ropa de afuera, de los chinos, y ahí hizo cagar toda la hueá”, recuerda. Frente a lo anterior, este parroquiano decidió montar junto a su hermano un taller de calzado en el propio hogar, aunque le entristece acordarse como este último ‒quien actuara de jefe del negocio‒ terminara engañándolo con dineros y disponiendo una repartija desigual de las ganancias.

IMG_3862

Tranquilidad de la población: la constante fuga frente al hogar

Para un agradable y soleado día de verano en que, como telón de fondo, algunos niños se divierten en los juegos de la plaza, el peso de ciertos recuerdos se diluye frente a lo que nuestro entrevistado constata como la grata experiencia del residir en esta villa de inigualable tranquilidad y cercanía entre los vecinos. Ahora bien, lo significativo de ello se realza frente a lo que Jesús nos vuelve a reportar como su escasa presencia en el hogar: “en la casa paso poco porque el hijo mayor está en la casa y nos llevamos más o menos, o sea, no nos llevamos mal pero hay poca comunicación, y la señora llega y ahí salgo yo”. Situación comprensible luego de que separaran su matrimonio hace 20 años, y más allá de que ella consiguiera nueva pareja, tanto Jesús como su ex-señora siguieron viviendo bajo el mismo techo: “ahí se perdió toda la comunicación pues hijo, a ella no le pido explicaciones, ni una cosa, cada uno hace lo que puede… y los hijos también se dan cuenta”.
Aunque más allá de lo crudo del escenario, don Jesús no deja de darle la vuelta jocosa a tal situación, ya que nos comenta que su recientemente jubilada ex-mujer trabajó toda la vida en Viña Concha y Toro “pero nunca esta vieja cagada me trajo un vinito para acá”, bromea y ríe quien en los últimos años ha gustado de frecuentar botillerías y cantinas, empinando continuamente el codo. “¿Y si usted pudiera cambiar algo de la población, qué sería?” le consultamos abiertamente, a lo que nos sorprende respondiendo: “Que no tome nadie (…) ¡yo me voy para otra parte!” mientras las risas continúan… aunque inmediatamente sincera que no le vendría mal que se pudieran llevar a su ex para otro lado.

IMG_3870

Una mirada lejana sobre la realidad del país

Pocas veces nos había tocado un entrevistado que respondiera tan sucintamente a cada una de nuestras preguntas, lo que nos obliga a ir probando rápidamente con otras temáticas… así es como le damos salida a ciertos cuestionamientos sobre nuestra realidad nacional: “¿Cómo ve la situación actual en nuestro país?” le consultamos; a lo que responde: “Está más o menos. No sé si será la política la mala o no, no sé yo… a mí no me gusta la política, yo no me he metido nunca, pero no sé, ha estado medio malo pues hijo, pero no sé sí la política o no sé” responde abiertamente en tono dubitativo. Lo que no quita que guste avanzar en la conversación comparando los dos períodos de gobierno de la presidenta Bachelet… intuitivamente cree que en la actualidad ésta se ha encontrado “media bajita” en relación al anterior mandato, al explicar que antes: “hizo cosas buenas. Mire, no le puedo explicar pero hizo… no sé cuáles cosas buenas, pero fue mejor, y ahora parece que la respetan menos a la señora”. Empero, al intentar ahondar en aspectos similares de nuestra contingencia nacional, don Jesús le da un contexto explicativo a su ignorancia: “No hijo, yo me he llevado puro tomando, ¡no he visto ni una hueá!”, mientras ríe y se lamenta.
Y recuerda: “Yo una vez me fui pal’ campo, ¡me tomé hasta la cuestión del florero! Tenemos campo nosotros, de la familia, al lado de Pichilemu, más al sur… Hay campo, mi sobrino se murió, pero hacía chicha, ahí tomábamos pos’ viejo, oh, pero me tomé toda la hueá. Así es la vida nomás pues hijo”, comenta sonrojado.

IMG_3910

Lágrimas alcoholizadas de arrepentimiento y amor

Mientras algunos niños ya se han retirado a sus casas, y un grupo de jóvenes se allega a pocos metros a beber unas cervezas y conversar, nuestro entrevistado vuelve a retomar su tema vital, la mayor de sus tristeza frente a su condición de alcohólico: “Yo con mi hijo soy feliz, pero si tuviera a mi señora, sería más feliz pu’… yo tengo todo lo que quiero, tengo mis nietos, tengo tres nietos, tengo cuatro hijos, pero no tengo a mi señora”. Y lagrimeando tristemente, reflexiona cómo lo que en algún momento de su vida devino en un logro de 15 años sin probar copa alguna, hoy ya está lejos de volver a ocurrir: “fallé nomás… yo no le echo la culpa a ella, y a mis hijos tampoco, yo fallé nomás. Ella hasta el día de hoy me lava la ropa, algún sentimiento tendrá por mí”, arguye como tratando de exprimir el amor que aún puede cohabitar en un hogar marcado por los silencios y distancias que ha provocado su adicción.

IMG_3980

Para nosotros impacta ver en las lágrimas de arrepentimiento de Jesús, el reflejo de la sinceridad de tantos curados presentes en tan diferentes y cotidianos pasajes de diversas poblaciones de nuestra ciudad, representando a una generación que hubo de ahogar sus penas o placeres en jarras de vino, y que marcó un quiebre con las que le siguieron, quienes comenzaron a explorar nuevas sustancias y formas promotoras de adicciones. Actualmente “no me da hambre” ‒expresa desalentado‒ “puro copete nomás”… Y al momento de ir concluyendo la conversación, no sabemos si como broma o con verdaderas intenciones, Jesús nos expresa: “No soy atrevido, nada, nunca le he faltado el respeto a otras personas, pero soy así nomás; ahora sí, me prestan una luquita para ir a comprar una cerveza…”, a lo que se detiene ipso facto, entre quejándose y riéndose de algún modo consigo mismo. Por nuestro lado, hacemos vista gorda a su solicitud y nos despedimos afectuosamente, dejando a quien llevara el mismo nombre de Cristo en la misma posición inicial a quien nos recibiera desde un comienzo: sentado tranquilamente y cabizbajo en el banquito de alguna plaza, perdido quizás en qué tiempo y cuáles vacilaciones íntimas de un solitario vivir cotidiano.

IMG_3882
No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.