Cuadernos de una australiana

April Tehan

El Barrio El Golf, en Las Condes, conforma uno de los núcleos urbanos insignes de la modernidad actual. Un extracto de la ciudad global a la que aspira inevitablemente este sector de Santiago: hombres y mujeres de negocios llenan los brillantes edificios de cristal, y por donde circula el capital. Lo que caracteriza esta zona es el movimiento incesante. Pero allí, en una de las plazas rodeadas de la eficiencia y de la velocidad, una joven de pelo castaño permanecía sentada con la mirada en frente hacia la gran pileta central. Su quietud contrastaba con todo el resto. Un espacio donde el tiempo parecía avanzar más lento.

“No hablo español”

“Me llamo April Tehan: T-E-H-A-N”. Nos llevamos una sorpresa cuando ella comenzó a hablarnos en inglés. Nos miramos y de inmediato le respondimos, trastabillando, pero firmes al fin y al cabo, que no había problema con el idioma. Hasta antes de sentarnos a conversar, creíamos que era chilena, algo que tomó como un cumplido y con gusto, porque le gusta parecer una más del lugar.

April es australiana y tiene veintiséis años (y nuevamente nos dejamos engañar por la apariencia: creíamos que tenía alrededor de treinta; se sintió contenta cuando le dijimos porque nos contó que siempre creen que tiene dieciocho). Es de la ciudad de Brisbane, la tercera más grande de su país, al norte de Sídney. Se encuentra de vacaciones en un recorrido que la ha traído por Sudamérica y que la tuvo antes en Lima y Cuzco. Este es su segundo día en la capital y hasta el momento ha visitado la tradicional Plaza de Armas, el Palacio de La Moneda y el Barrio Lastarria. Su estadía se prolongará dos semanas más, en las cuales espera conocer Valparaíso, aunque su primera motivación está en poder relajarse.

Como arquitecta y urbanista, le encantan las ciudades y ver su desarrollo. También le gusta salir a caminar y mirar. La gran fuente de agua de la plaza llamó su atención y decidió sentarse un rato a contemplarla. Sobre Valparaíso le intrigan los colores de la ciudad costera, de hecho, nos cuenta que su tesis se basó en los colores de los edificios en la arquitectura. Los graffitis que cubren los muros de la ciudad también le interesan, “así que de verdad quiero conocerlo”. Con respecto a la historia de nuestro país, la joven señala que no conoce mucho, pero que vio hace poco la película Colonia que retrata el contexto del centro de detención y tortura durante la dictadura. Quedó sorprendida con la realidad acontecida en ese lugar.

Actualmente, se aloja donde un amigo chileno suyo que conoció en España: “Nos conocimos unos años atrás y mantuvimos la amistad”.

April sobre Santiago

“Realmente me gusta mucho esta ciudad. Es una verdadera ciudad”. La joven arquitecta y urbanista, destaca una serie de aspectos positivos de la ciudad y del estilo de vida de la juventud santiaguina. Cuando le preguntamos qué es lo que hace a esta una verdadera ciudad, contrasta su experiencia con Brisbane: “Oh, con sólo mirar las edificaciones, la densidad y la cantidad de personas: tienen una línea de metro, todas estas plazas, muchas cosas que están sucediendo”. Nos cuenta que allá no tienen un metro, “y no tenemos mucha gente viviendo en departamentos”. Nos explica que esto última aumenta las distancias entre las personas, pues la ciudad se extiende hacia las periferias; en cambio, cuando la ciudad tiende a la construcción en altura, más personas caben es un mismo espacio. No obstante, los edificios y departamentos se están volviendo más comunes en Brisbane.

Sobre el estilo de vida de los jóvenes, y de los santiaguinos en general, valora mucho la vida nocturna de la capital: “En Australia todo está cerrado por las noches: vas a trabajar y después vuelves a la casa, y aquí las personas salen en la noche, sociabilizan”. Y agrega que “es muy bueno que las personas tengan lugares a donde ir; creo que contribuye a un estilo de vida más feliz”.

Señala que los chilenos “son muy amables y divertidos, y que realmente saben disfrutar. Creo que son personas creativas e interesantes”. Rememora una de las noches en que fue a ver una banda tocar y que constituyó un momento de gran alegría y de gran significado para ella. “Había un hombre muy viejo, creo que de unos ochenta, que estaba bailando, realmente se veía que estaba disfrutándolo. Creo que es algo simbólico [del chileno]. Y lo pasé muy bien, me reí mucho, todos estaban disfrutándolo, sobre todo ese hombre, y eso es muy bueno”.

Chile bajo la mirada australiana

En el encuentro, conversamos sobre una serie de temáticas sobre la realidad de Chile y Australia, como el salario y la educación, y aquello que nos dijo April sobre su país contrasta fuertemente con el nuestro. Estas temáticas surgieron a raíz de que ella nos contó que “Chile es muy caro; de hecho, estoy pagando los mismos precios que allá”, pero existe una gran diferencia salarial entre países, y que creemos, debemos detenernos un poco para analizarla.

Según el Fair Work Ombudsman, institución gubernamental australiana que se encarga de informar los derechos y deberes de los trabajadores, y garantizar que estos se cumplan, el salario mínimo por hora es de $17,70 dólares australianos, lo que a la fecha de esta publicación (9/2/2017) equivale a 8.713 pesos chilenos; o $672.70 dólares¹² semanales (331.153 pesos chilenos, superando ya considerablemente el sueldo mínimo mensual de nuestro país). A final de mes, la suma mínima australiana correspondería a 1.324.612 pesos, o sea, más de cinco veces el mínimo chileno fijado en 264.000. Otro dato a tener en consideración es el máximo de horas laborales que determina la ley: para Australia son 38³; en Chile, 45ª .

Sobre educación, la muchacha nos cuenta que “nosotros no tenemos universidad gratuita”. ¿Y cuánto tienen que pagar allá aproximadamente? “Son como unos $10.000 dólares al año” –responde–, una cifra que se asemeja bastante al costo de las universidades nacionales más caras (alrededor de unos 5 millones de pesos), pero que por la diferencia salarial en nuestro país, si no se accede a la gratuidad o al endeudamiento, es inalcanzable para los chilenos. Allá en Australia, los estudiantes que no pueden costear sus estudios, reciben un préstamo estatal: “pero tienes una tasa de interés más baja. Pero es bueno porque significa que cualquiera, sin importar de dónde es, qué hacen tus padres, todos tienen las mismas oportunidades. El dinero lo pagas cuando te titulas”. April se muestra sorprendida cuando le contamos sobre el CAE, donde a diferencia de Australia, el Estado recurre a un banco privado para solventar los gastos de los estudiantes que no pueden pagar su educación.

Juventud en movimiento

April es parte de una juventud que tiene más dudas que respuestas, de una juventud inquieta, en constante movimiento en busca de algo que le dé sentido a la existencia. “Creo que es muy difícil ser joven hoy en día, porque hay muchos desafíos, y estamos en constante cambio; hay mucha presión que tal vez no estaba antes, y que es posible que se deba a la enorme cantidad de opciones en la vida”. Como jóvenes reflexionamos que este exceso de opciones, con sus respectivos márgenes dentro de cada realidad nacional y personal, es parte de una experiencia abrumadora. Coincidimos en la percepción de que la generación de nuestros padres y hacia atrás era una vida “más sencilla”, pues en cierto modo, el camino estaba más o menos claro desde un inicio: estudiar hasta el punto que permitieran las circunstancias, trabajar de inmediato y formar familia. Hoy no es así. Hoy la única claridad que tenemos es la incertidumbre, pero lo que puede ser una búsqueda angustiosa, también puede ser una instancia de crecimiento y sentido en sí misma. “No sé realmente qué es lo que quiero en mi vida todavía, estoy descubriéndolo, pero creo que me gustaría vivir en lugares distintos y observar las distintas ciudades, cómo vive la gente, por eso me gusta viajar” –aclara la muchacha–. Ya lleva dos años trabajando, y considera que sería triste permanecer estática en el mismo lugar, haciendo las mismas cosas que ha venido haciendo. Aprender otros idiomas es algo que le interesa a April, y que se encuentra en su horizonte próximo: “En Australia no ponemos mucho énfasis en aprender otras lenguas, pero en los últimos años creo que he estado muy poco expuesta al español, y es algo que me gustaría y con lo cual no crecí”. Viajar es una posibilidad de apreciar cosas que podemos valorar cuando volvemos al hogar –reflexiona–.

Pero a pesar de sentir que los jóvenes nos movemos a tientas hacia el futuro, April asegura que “es necesario aprender cosas fuera de tu zona de confort, y para mí eso ha sido un gran desafío, pero lo he disfrutado, he podido sacar harta alegría de ese proceso… Corriendo los límites, pero también es algo que tú te tienes que proponer, porque es muy fácil no hacer las cosas”. Finalmente, reflexiona que “depende de ti mismo hacer de la vida lo que esperas de ella”.

¹ABC News. (2016). Minimum wage: How does Australia compare to other countries? http://www.abc.net.au/news/2016-05-31/minimum-wage-how-does-australia-compare/7461794

²Fair Work Ombudsman. (2017). Minimum wages. https://www.fairwork.gov.au/how-we-will-help/templates-and-guides/fact-sheets/minimum-workplace-entitlements/minimum-wages

³Fair Work Ombudsman. (2017). Hours of Work. https://www.fairwork.gov.au/employee-entitlements/hours-of-work-breaks-and-rosters/hours-of-work

ªDirección del Trabajo. (2017). http://www.dt.gob.cl/consultas/1613/w3-propertyvalue-22094.html